Mi público de estos días: Estudiantes de 10mos y 1eros de un colegio privado en la ciudad de Guayaquil.
La materia: Formación Humana
Hasta el mes de octubre tenía un "segundo público" adicional: niños y niñas de la Casa Comunal de Pedacito de Cielo en la Cooperativa Sergio Toral 2. Tal vez, la experiencia deba ir en una entrada aparte, pues no había materia. Había un librerio, unos libreros, unos cartones para mostrar lo que se hacía, objetos, papelotes para preguntas, libro para registrar, en fin, un espacio de "aprendizaje" ideado a partir de otras experiencias previas. El espacio era un pretexto para entrar en relación con las personas del barrio. A la vez, era un pretexto para que ellos puedan entrar en relación conmigo y "el mundo" que creía abrirles al estar ahí (participar de esa cultura que nos rodea). Cierro este paréntesis.
Una última palabra sobre ello: ambos grupos sí compartían una cosa: la estantería de libros, los exhibidores, el espacio para objetos, papelotes, registro. Todos son pretextos de relación, de escucha, de... participar o cultivar una cultura, valga la redundancia (precisamente de ella se trata). Los comentarios sobre su sentido y sus logros, o preguntas, de seguro irán saliendo y se irán cruzando.
Volviendo al colegio. Son días de cierre de año, algo movidos. Al cierre de mi primer año en este colegio, en donde vivo mi primera experiencia de tiempo completo de docencia, me siento a gusto. Ya estoy pensando, al menos, en el próximo año. Hay cosas que de las que ya tengo una idea mucho más clara de lo que quiero lograr con ellos. Desde hace un par de semanas he ido retocando esa primeras clases. Desde la proyección ya clara de cómo quiero ir cerrando este ciclo. Antes estuvo en papel pero, por supuesto, la experiencia enriquece y reconduce esas primeras metas.
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